Mi Vida en DACA

 
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De la redacción:

El jefe de la agencia federal de Inmigración y Control de Aduanas dijo recientemente que su agencia probablemente comenzaría a deportar a jóvenes indocumentados registrados en el programa Deferred Action for Childhood Arrivals (conocido como DACA) si la Corte Suprema de los Estados Unidos decide a favor del intento del gobierno de suspender la protección iniciada por el ex presidente Barack Obama, el miedo e incertidumbre en el que viven ahora miles de jóvenes indocumentados se convertiría en realidad. La historia personal de Maria Luisa Imbachí, que presentamos aquí, sirve como una ilustración de la vida de una joven periodista inscrita en DACA y cómo es vivir bajo una nube oscura de incertidumbre.

 
 

Para una periodista joven y premiada, DACA presenta dos caras: esperanza para una generación y símbolo de incertidumbre.

Por María Luisa Imbachí

Miles de dreamers (beneficiarios del programa DACA), defensores indocumentados, y manifestantes aliados se reunieron el mes pasado frente de la Corte Suprema de Justicia en Washington, D.C. – y en otras ciudades claves – para exigir que los magistrados no eliminen el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA por su sigla en inglés. Más bien, los dreamers piden se les solucione su estatus migratorio en forma permanente; solo beneficiarios actuales, a quienes se les vence la protección DACA a finales del año 2020, pueden solicitar renovar su status de legalidad temporal. Mientras los magistrados contemplan nuestro futuro, debo señalar que soy una de los aproximadamente 700,000 jóvenes beneficiarios de DACA; soy una dreamer que no se queda sentada. Mediante el periodismo y a pesar del miedo e incertidumbre que es la realidad de todo dreamer, seguiré documentando las historias de nuestras vidas en este país. Las manifestaciones en Washington, y el debate ante la Corte Suprema, me hicieron recordar los obstáculos superados para llegar a esta, mi última fase como estudiante universitaria en miras a mi graduación.

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¡Vaya país de las oportunidades!

Como la mayoría de los inmigrantes en este país, mis padres llegaron con el propósito de forjar un mejor vivir y de encontrar bienestar para mi familia. La vida nos brillaba de una forma tan gloriosa que yo no podía más que creer que alcanzaría el sueño americano. La realidad fue otra: ocho años después, cuando me encontré en el proceso de admisión a la universidad, me di cuenta de que por ser indocumentada no podía solicitar ayuda financiera y mucho menos acudir a los bancos para financiar mi educación. Después de tantos años de preparación para llegar a la universidad, sentí que ese esfuerzo descomunal había sido en vano. Estaba acostumbrada a vivir ocultándome, y a contar mi historia con cautela. Tenía mucho temor de pedir ayuda, o de explorar mis opciones. Mi madre siempre decía, “nadie es confiable.”

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Saliendo de las sombras

Los últimos cuatro años han sido los más largos de mi vida; trabajé en diferentes lugares como mesera, bartender, niñera, recepcionista y cualquier trabajo que me ofrecieran. A veces eran largas las horas de trabajo, viajaba de un trabajo a otro sin comer, y sin parar por mi casa a cambiarme porque no había tiempo. Me aventé hacia cada trabajo como si fuesen las horas más valiosas de mis días. Muchas veces me quise dar por vencida, pero intuía que de cada esfuerzo hecho, algo bueno iba a pasar – tenía que pasar. Para jóvenes como yo, para quienes las oportunidades educativas eran tan escasas, soñar era lo único que era fácil y gratis. Mientras tanto yo trabajaba para ayudar a mi familia para que no nos faltara nada. El dinero apenas alcanzaba, pero estábamos juntos y gozábamos de salud. Pensábamos que todo en la vida, incluyendo mi estatus legal, era temporal.

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DACA al rescate

DACA no pudo llegar en un mejor momento. El gobierno de Barack Obama nos ofreció un permiso temporal de protección contra la deportación. Había especulaciones de que era un arma de doble filo pues el gobierno tendría acceso a toda la información de muchos migrantes. Pero yo no lo vi así; yo me arriesgué y aproveché aquella propuesta tan prometedora que me ayudaría de muchas formas, otorgándome un número de seguro social y permitiéndome acceder a mejores trabajos. Para mí fue un gran paso el simple hecho de poder llenar una solicitud y de saber que las posibilidades de ser aceptada estaban a mi favor. De niñas, mi hermana siempre se burlaba de mí porque yo guardaba todo. Literalmente, todo. En este caso ese “defecto” me sirvió, ya que la solicitud de DACA requería que presentase múltiples pruebas de que mi estadía en este país desde muchos años. Solicité ser admitida a DACA y, efectivamente, me aceptaron. Cuando obtuve mi número social, empecé a trabajar en tiendas minoristas, escalando hasta conseguir un buen trabajo para una compañía de publicidad digital como asistente administrativa. Siempre revisaba mi correo electrónico para ver si había obtenido una beca que patrocinara mi educación: para mí la educación es la herramienta más importante para salir adelante. En el momento menos esperado la beca otorgada por TheDream.US (el programa de acceso universitario de mayor envergadura a nivel nacional) llegó a mi vida; así fue como pude asistir a la universidad y comenzar a ejercer mi carrera como periodista latina beneficiaria de DACA. Esta beca abrió la puerta más grande que pueda existir para una dreamer como yo, brindándome una oportunidad que marcaría mi vida por siempre.

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¿Porque el periodismo?

Evidentemente para mí el tema de la migración es de suma importancia; fue la inspiración para mi artículo sobre los dreamers, por el cual fui premiada con el “James Aronson Undergraduate Award for Social Justice, 2019”. La nota documenta las adversidades que enfrentan dos estudiantes dreamers de Hunter College. Ellas participan en seminarios para dreamers, auspiciados por TheDream.US. Estos seminarios están diseñados para que los dreamers becados tengan una comunidad que puedan describir como suya. Las becas también ofrecen ayuda académica y apoyo emocional. El periodismo es una forma de documentar, con cautela y respeto, las historias de los dreamers como grandes contribuyentes al desarrollo del país; no solamente para la economía, sino también en lo cultural. Nos llaman aliens, ilegales, pero somos seres humanos y tenemos derechos. Este es nuestro hogar. Somos americanos también y solo necesitamos un papel para demostrarlo.

Biografía:

María Luisa Imbachi estudia periodismo en el Hunter College de Nueva York. En el 2019, ganó el “James Aronson Undergraduate Award for Social Justice, 2019”. Nacida en Colombia y criada en East-Elmhurst, Queens, Imbachi fue escritora de The Athenian y reportera y presentadora del noticiero quincenal del programa de periodismo, Hunter News Now. Como “dreamer” y beneficiaria de la beca TheDream.US, Imbachi documenta la problemática que enfrentan los estudiantes indocumentados: "Aprendí que podía ser una voz para los estudiantes que tienen miedo de expresarse como migrantes”.