¿Futuro de PR en manos de boricuas en EE. UU.?

 

Las artistas Jo Cosme (izquierda), Stephanie Silva y Natalia Bosques-Chico y la amiga Gaby Torres posan con Juan Dalmau después de su conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Descolonizar Puerto Rico con ayuda de los que se fueron, en la mira de un candidato a gobernador de la isla   

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Juan Dalmau Ramírez, candidato a la gubernatura de Puerto Rico por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), viajó 4.000 millas (6.000 kilómetros) desde San Juan a Seattle para reunirse con miembros de la diáspora boricua en el estado noroccidental de Washington.

Es probablemente el punto más lejano al que jamás haya llegado un aspirante boricua en busca de un diálogo con sus coterráneos y donde, más que apoyo a su candidatura, buscó respaldo para un proyecto político mucho más amplio que una elección puntual.

En un discurso en la Universidad de Seattle el mes pasado, Dalmau habló del estatus político de su país, invadido por Estados Unidos en la Guerra Hispanoamericana de 1898 y convertido en 1952 en un “Estado Libre Asociado” con gobierno propio pero sin control sobre su defensa, fronteras, moneda, o relaciones diplomáticas.

El candidato describió a Puerto Rico como una colonia sujeta a los caprichos del congreso federal y al pueblo puertorriqueño como una nación con historia e idiosincrasia propias, merecedora de su soberanía.

En un “junte” posterior con un grupo representativo de los 48.000 puertorriqueños que viven en el estado de Washington, Dalmau apeló a los pocos boricuas que están inscritos para votar en los comicios de noviembre, a los que pueden influir en cómo votan sus parientes en Puerto Rico, y a los que pueden hacer una contribución monetaria a su campaña Patria Nueva.

 

Juan Dalmau habla en la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle con un grupo de puertorriqueños y simpatizantes que viven en la diáspora. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Pero quizás el propósito más importante de su visita a Seattle y a otras comunidades en Estados Unidos ha sido estrechar lazos con una diáspora puertorriqueña que ya casi duplica la población de la isla y que, dado su potencial para elegir congresistas favorables a su causa, el movimiento independentista ve como una fuerza vital en el proceso de autodeterminación y eventual descolonización de Puerto Rico.

“Yo opino que hay una gran fuerza política en la diáspora a favor de la independencia, de la soberanía y de la defensa de nuestra nacionalidad puertorriqueña, de nuestra identidad propia”, dijo Dalmau en una entrevista con palabra.

No obstante la ciudadanía estadounidense obtenida en 1917, afirmó que “nosotros somos ciudadanos americanos por virtud de ley, pero no somos estadounidenses. Somos puertorriqueños, latinoamericanos y caribeños”.

Los boricuas en la diáspora pueden “orientar a la clase política estadounidense sobre el tema de que Puerto Rico es una colonia, que por definición es un régimen antidemocrático bajo el control del Congreso”, agregó Dalmau.

 

Miembros del público sostienen banderas puertorriqueñas, incluyendo la bandera negra que es un símbolo de resistencia y esperanza, en apoyo a Juan Dalmau mientras imparte en la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle una conferencia sobre la soberanía puertorriqueña. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Según Dalmau, los congresistas y senadores demócratas y progresistas son los más susceptibles a respaldar la idea de que “la reparación al agravio del colonialismo no es la anexión".

Su mensaje contradice el de los anexionistas, para quienes ser un estado es la única forma en que los puertorriqueños, que no pueden votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos ni elegir a congresistas, alcancen la equidad.

Para Jenaro Abraham, profesor de ciencias políticas en la Universidad de Gonzaga en Spokane, Washington, los puertorriqueños en la diáspora tienen una “gran responsabilidad” en torno a la descolonización de Puerto Rico, por tener los “privilegios de vivir en la metrópoli”, con más acceso a recursos y poder político.

“Nosotros tenemos el poder de mover a los congresistas … todo el poder para empujar la ficha política de este lado del charco, hacia esa dirección”, dijo Abraham, quien funge como vicepresidente de Diáspora PIP, una afiliada estadounidense del partido independentista.

Según datos del censo, hay cerca de 6 millones de puertorriqueños en los 50 estados y Washington, D.C., (prácticamente el doble de la población de Puerto Rico), la mayoría concentrada en Florida, Nueva York y otros estados del noreste, donde sus votos pueden ser decisivos en algunas contiendas.

 

Después de su charla en la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle, Juan Dalmau se reúne con miembros de la comunidad en una cervecería local en Seattle, Washington, para hablar cara a cara sobre los problemas que enfrenta Puerto Rico. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Según el Centro de Estudios Puertorriqueños en Hunter College de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, por sus siglas en inglés), los boricuas elegibles para votar en Estados Unidos en 2019 sobrepasaron los 4 millones. Estos votantes boricuas representaban un 1.7% del electorado total a nivel nacional, pero su presencia es mayor en estados como Connecticut (7.9) o Pensilvania (3.2).

En Pensilvania, estado clave en las elecciones presidenciales estadounidenses, casi unos 500.000 puertorriqueños constituyen la tercera mayor concentración de la diáspora. La campaña del presidente Joe Biden ha multiplicado sus esfuerzos en esa comunidad, que en el pasado tradicionalmente votó demócrata.

En Florida, con más de 1.2 millones de puertorriqueños, Biden se llevó el 68% del voto boricua en 2020. Pero en la región central del estado, que tiene la mayor concentración de nuevos residentes  puertorriqueños, Trump recibió el 32%, un impresionante aumento de 11 puntos porcentuales en comparación con 2016.

Este año, en elecciones que prometen ser muy cerradas, su influencia en el estado de Florida, clave por excelencia para el triunfo republicano, puede ser más determinante que nunca.

Si no por una diáspora apabullante, Dalmau fue recibido en Seattle por una de las sociedades más liberales y progresistas de la nación. Su estadía incluyó una visita a la oficina de la congresista demócrata Pramila Jayapal, que lidera el grupo progresista en la legislatura federal y quien en 2022 votó a favor de la primera versión de la ley para el estatus de Puerto Rico o “Puerto Rico Status Act”.


‘Una vez el Congreso responda al emplazamiento que le hagamos… que los puertorriqueños puedan decidir por una vez y por todas un estatus final con conocimiento de causa’.


Actualmente estancado en un comité y con probabilidades nulas de ser aprobado en esta sesión congresional, el proyecto de ley propone un plebiscito “vinculante”, que obligaría a Estados Unidos a acatar la decisión de los votantes. Aunque los puertorriqueños han votado en plebiscitos sobre el estatus en seis ocasiones desde 1967, este sería el primer referéndum convocado por el Congreso y no por el gobierno puertorriqueño. En él los puertorriqueños escogerían entre tres opciones: la independencia, la soberanía en libre asociación con Estados Unidos y la anexión (o estadidad, como se le dice en Puerto Rico). 

En una entrevista realizada en 2021, Dalmau dijo que había sostenido reuniones ese año con las demócratas Nydia Velázquez y Alexandria Ocasio-Cortez, dos prominentes congresistas boricuas de Nueva York que participaron activamente en la redacción del proyecto de ley. Aunque Dalmau le dio su apoyo tácito, advirtió en un editorial el año siguiente que el plebiscito vinculante destinaba el proyecto al fracaso.

Ese detalle de que el Congreso se comprometa a aceptar el resultado “constituye la proverbial píldora venenosa”, escribió.

La fórmula de descolonización que propone el PIP es “una asamblea de estatus donde los puertorriqueños elijan a delegados que representen fórmulas no coloniales ni territoriales”, dijo Dalmau en la entrevista con palabra.

Los delegados irían al Congreso para que este explicara la viabilidad de cada opción y cuáles serían las obligaciones de las partes en todos los escenarios. “Una vez el Congreso responda al emplazamiento que le hagamos”, continuó Dalmau, “que los puertorriqueños puedan decidir por una vez y por todas un estatus final con conocimiento de causa”.

 

Ramón Miranda Beltrán convive con amigos después del discurso de Juan Dalmau en la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Luis Ponce Ruíz es el cofundador de Boricuas Unidos en la Diáspora (BUDPR), una organización creada en 2017 con el propósito de ampliar la discusión sobre el estatus colonial de Puerto Rico y que junto a Diáspora PIP organizó la visita de Dalmau.

Para Ponce, la inclusión en la política estadounidense de los puertorriqueños en la diáspora es un elemento esencial en el proceso de descolonización.

“Mientras más hablemos con políticos y participemos dentro de las entrañas del monstruo y lo hagamos desde el punto de vista independentista o soberanista, vamos a estar tumbando mitos, cambiando narrativas, impactando un grupo muy poderoso de personas que pueden y que van a decidir en algún momento sobre el futuro de Puerto Rico”, dijo Ponce.

“Pretender que el futuro de Puerto Rico se va a resolver sin la injerencia del Congreso, que tiene poderes plenarios sobre Puerto Rico, es una fantasía”, concluyó.

En Seattle, Dalmau enfatizó que ninguno de los dos partidos que han gobernado Puerto Rico desde la segunda mitad del siglo 20 obtuvo más del 33% del voto en 2020. Ese año, el PIP recibió casi el 14% (un dramático aumento del 3% que recibió Dalmau en 2012) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) obtuvo una cifra similar.

Para este ciclo electoral, el PIP y el MVC forjaron una alianza sin precedentes en la que ambas formaciones políticas han dado su apoyo a un solo candidato en varias de las contiendas electorales. Esto posiciona a Dalmau como el candidato independentista en casi siete décadas con más probabilidades de ganar.


‘Todos estamos cansados de lo mismo y Dalmau ha dicho todas las cosas que nosotras hemos estado pensando que necesitan cambiar’.


“Nos llegó nuestro momento", proclamó entre aplausos Dalmau durante su discurso en Seattle.

Pero un posible triunfo de Dalmau depende mucho más del total de los votos al PIP y al MVC, argumenta el académico y analista César J. Pérez Lizasuain. “La política no admite aritméticas simplonas”, dijo Pérez, explicando que por múltiples razones el apoyo al MVC se ha desgastado desde 2020, y que algunas de las propuestas más liberales de ese partido son rechazadas por los sectores más tradicionales del PIP.

“Es imperioso que si el PIP se quiere plantear como una opción real para ganar —que yo creo que puede— tiene que también trascender las limitadas fronteras que de momento le ofrece la alianza con Victoria Ciudadana”, añadió. “Tendrá que buscar la manera también de apelar a otros sectores del país a los cuales Victoria Ciudadana no apela”.

La visita de Dalmau a Seattle es la más reciente en una serie de viajes del carismático político de 50 años a comunidades en los Estados Unidos con presencia boricua. En meses recientes se reunió con grupos de la diáspora en Illinois, Massachusetts y Connecticut, y la agenda de Dalmau incluye una participación en junio en el Desfile Puertorriqueño de Nueva York.

El acercamiento de Dalmau a la diáspora contrasta con la visita en marzo de la vicepresidenta Kamala Harris a Puerto Rico, en un intento claro de impresionar a los votantes puertorriqueños en la diáspora a favor de la campaña Biden-Harris.

Así como los residentes en Puerto Rico pueden influir en cómo votan sus parientes en la diáspora, los puertorriqueños en Estados Unidos pueden ayudar a determinar quién gana en los comicios boricuas.

 

Dos residentes de Washington, Nathanyel Nieves (izquierda) y Heather Street, posan después de hablar con Juan Dalmau sobre los problemas que afectan a los puertorriqueños que viven en y fuera de la isla. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

No hay datos concretos sobre cuántos boricuas en la diáspora podrían votar en las elecciones puertorriqueñas. El código electoral aprobado en 2020 estipula que un elector debe tener su domicilio permanente en Puerto Rico y no estar inscrito para votar en ninguna otra jurisdicción en Estados Unidos. Según datos de la Comisión Estatal de Elecciones, para las elecciones de 2020 hubo 6.806 solicitudes de voto ausente.

Jo Cosme, una artista multidisciplinaria de 35 años que llegó a Seattle en 2018 “desplazada por los huracanes” del año anterior, ya votó por Juan Dalmau en 2020 y, con el pequeño grupo de compatriotas con las que vive, planea volver a Puerto Rico en noviembre para hacerlo de nuevo.

“Él es el único que está ofreciendo un cambio”, dijo Cosme, quien opinó que su voto es más útil en Puerto Rico que en Seattle. “Todos estamos cansados de lo mismo y Dalmau ha dicho todas las cosas que nosotras hemos estado pensando que necesitan cambiar”.

 

Amistades ante una mesa de comida puertorriqueña tradicional durante el "junte", o reunión social, después del discurso de Juan Dalmau en la Facultad de Derecho de la Universidad de Seattle. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Para Mayra Rodríguez, una contable de San Lorenzo, Puerto Rico, con 10 años en Seattle, el discurso de Dalmau fue una forma “excelente” de explicar el “problema colonial” de Puerto Rico. La mujer de 62 años, independentista y “de izquierda”, dijo que el estatus de Puerto Rico influye en su forma de ver la política estadounidense y que, aunque apoyó a Biden en 2020, este año está considerando la candidatura independiente de Cornel West.

“Hay que romper con (viejas) estructuras y buscar candidatos que se hayan posicionado con nuestro sufrimiento y con nuestro problema colonial”, dijo Rodríguez.

Nathanyel Nieves, un músico de 28 años de padre puertorriqueño y madre afroamericana que ha vivido con su familia en Tacoma, Washington, desde niño, dijo que no votará por Biden dado su apoyo al gobierno de Israel en el conflicto de Gaza. Nieves usó un término grosero para referirse a Trump.

 

Nathanyel Nieves muestra orgullosamente su tatuaje de la bandera puertorriqueña. Foto de Chloe Collyer para palabra

 

Nieves dijo ser “cien por ciento” independentista y miembro del colectivo Diáspora Pa’lante, que aboga por la independencia y un gobierno socialista. El músico llegó al “junte” con Dalmau vestido con los colores de la bandera puertorriqueña y contó que de niño se aferró a su identidad boricua para sobrevivir en un ambiente donde era la única persona de color.

Lo mejor que pueden hacer los boricuas en la diáspora, según Nieves, es educar a los puertorriqueños de la isla sobre los males sociales que sufren muchos de sus compatriotas en Estados Unidos

“A aquellos en la isla que puede que no sepan cómo funcionan las cosas, como es gestionado este país”, explicó en inglés. “El por qué no podemos ser el estado 51. Depende de nosotros, el poder mostrar eso”.


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Antonio Mejías-Rentas es un veterano periodista bilingüe puertorriqueño que lleva más de 40 años viviendo en Los Ángeles. Como columnista de artes de Hispanic Link y editor de espectáculos de La Opinión por dos décadas, documentó la continua participación de los latinos en las artes y los espectáculos en  Estados Unidos. Como jefe de redacción del Pulso de Boyle Heights los últimos 10 años, fue mentor de periodistas adolescentes y gestionó la página web de ese medio comunitario en un barrio del este de Los Ángeles. Fue miembro de la junta de directores de NAHJ y presidente de NAHJ Los Ángeles. Jubilado en febrero, aún tiene historias que contar. @lataino  

Chloe Collyer, quien usa el pronombre "ellos", es fotógrafe no binarie, periodista, y residente de Seattle, donde ha vivido su familia por cinco generaciones. Su trabajo está profundamente conectado con la historia y las comunidades marginadas del Pacífico Noroeste. Chole es documentalista. Sus herramientas incluyen 15 años detrás de la cámara, un título de Asociado en Artes en fotografía comercial, y siete años de experiencia laboral como fotoperiodista y editore de fotos. Durante la última década, Chloe ha enseñado fotografía a personas de todas las edades, realizando trabajos independientes para clientes editoriales por todo Estados Unidos. @Chloetry

Pilar Marrero es periodista y escritora con amplia experiencia en la cobertura de temas sociales y políticos en la comunidad latina. Es autora de "Killing the American Dream" (En español, “El Despertar del Sueño Americano”), que relata 25 años de desaciertos en la política de inmigración de Estados Unidos y sus consecuencias para el futuro económico del país. El libro está disponible en inglés y español. Pilar es editora asociada de Ethnic Media Services en San Francisco, y productora/consultora del documental "187, the Rise of the Latino Vote", de Public Media Group of Southern California. Fungió como reportera y editora en el diario La Opinión durante 26 años. @PilarMarrero

Otros reportajes de Pilar Marrero en palabra: The Catch Up, La Reparación

 
 
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