Enseñando sobre la raza en Arizona

 

Una pancarta de las protestas de la década de 2000 en contra de la prohibición de los Estudios Mexicano-Americanos en el aula de Currículo Culturalmente Relevante, de le profesore Brieanne Buttner, en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet (de enfoque especializado). Foto de Rebecca Noble para palabra

 
 

En medio de un clima nacional de restricción, con algunos estados prohibiendo la teoría crítica de la raza en las escuelas y conservadores retirando libros de las aulas, los residentes de Arizona se encuentran en una revancha con un político que siembra el miedo en los educadores que enseñan sobre identidad y racismo

Nota de la editora: En este reportaje se utilizó lenguaje inclusivo en referencia a personas que se identifican con un género no binario.

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Ese día de hace más de 10 años, Imelda G. Cortez, una estudiante de segundo año de la Escuela Secundaria Pueblo, no quería estar en la oficina de la consejera. 

La consejera, de edad avanzada y de raza blanca, había pedido ver a la madre de Imelda después de intentar, sin éxito, disuadirla de ingresar al programa de Estudios Mexicano-Americanos (MAS, por sus siglas en inglés) del Distrito Escolar Unificado de Tucson. ¿Por qué tomar MAS, le preguntó la consejera, si ya estaba en clases para superdotados y destacaba académicamente?

Aun así, Imelda insistió. Sabía lo que quería.

Exasperada, la consejera volteó a ver a la mamá de Imelda, que miró a su hija y sonrió. En su mejor inglés, tomándose su tiempo para expresar cada palabra, le aseguró a la consejera que confiaba en las decisiones de Imelda.

El MAS era un programa diseñado para estudiantes de secundaria mexicanoamericanos pero abierto a todos los estudiantes, que animaba a los participantes a pensar críticamente la historia y a fortalecer sus identidades.

Eso fue precisamente lo que el programa hizo por Imelda. Antes de descubrir MAS, ella sentía que su realidad no estaba siendo reflejada en los libros con los que sus profesores enseñaban. En cambio, como estudiante de MAS, pudo hablar español, su primer idioma, y aprender sobre la historia y la literatura de Estados Unidos desde la perspectiva de sus compatriotas mexicanoamericanos.

El MAS había existido de maneras diversas desde fines de la década de 1990, en la época en la que preocupaban las tasas de abandono escolar de estudiantes latinos, que eran del 27.8%. Cuando Imelda ingresó en el programa, en 2007, este era relativamente pequeño, pese a que en el distrito había un 60% de estudiantes latinos. En el Distrito Escolar Unificado de Tucson, que contaba con 53,000 estudiantes, el MAS solo tenía alrededor de 800 estudiantes repartidos en ocho escuelas (todas escuelas de Título 1 con un alto porcentaje de estudiantes con bajos ingresos).

Imelda G. Cortez, especialista sénior en evaluación del programa de Estudios Mexicano-Americanos de la Universidad de Arizona y estudiante de posgrado del programa de Enseñanza, Aprendizaje y Estudios Socioculturales, en su oficina en Tucson. Cortez fue estudiante del MAS en la Escuela Secundaria Pueblo cuando cursaba su tercer año. Foto de Rebecca Noble para palabra

Para Imelda, el MAS fue revelador. Había autores que visitaban los salones de clase. Los pupitres solían colocarse en círculo para que los estudiantes pudieran mirarse a los ojos como iguales. Los profesores alentaban a los estudiantes a conectarse con su comunidad a través de proyectos de investigación sobre justicia social. Los estudiantes aprendían nuevas variantes de cantos ancestrales indígenas, en maya y náhuatl, traducidos al inglés y al español, y descubrían conceptos de nivel universitario de educadores y filósofos de izquierda radical como Paulo Freire y Antonio Gramsci, así como de académicos destacados de la teoría crítica de la raza.

En un caso extraordinario, recuerda Imelda, los estudiantes del MAS de otra escuela lograron un cambio en las políticas del momento al crear un video que mostraba que una clase de educación especial en una zona de bajos ingresos se impartía en un garaje sucio, una enorme disparidad en comparación con las zonas más adineradas de la ciudad. El video avergonzó al distrito, que trasladó la clase a mejores instalaciones.

Participar en el MAS le cambió la vida a Imelda. Pero estar en el programa también le significó verse en medio de una batalla campal entre los defensores de la enseñanza de las perspectivas marginadas y el superintendente conservador de escuelas estatales, Tom Horne, quien ocupó el cargo de 2003 a 2011.

Después de que Imelda se graduó, Horne eliminó el programa MAS, una acción que un tribunal declaró ilegal. Sin embargo, eso no impidió que Horne volviera a ser elegido superintendente de escuelas a fines de 2022, como tampoco lo detuvieron las críticas de la comunidad, que acusaba a Horne de dividir a los habitantes de Arizona en vez de enfocarse en mejoras para los escolares del estado. En su lugar, la lucha sobre lo que los estudiantes de Arizona deben aprender está ardiendo nuevamente.

Del compromiso comunitario a la cancelación

Horne se enteró por primera vez del programa MAS en 2006, después de que la legendaria líder sindical Dolores Huerta hablara en la asamblea de la Escuela Secundaria de Tucson. La visita de Huerta, en abril de ese año, se hizo tristemente famosa cuando las noticias locales difundieron esa frase suya: “Los republicanos odian a los latinos”. Siendo un acérrimo republicano, Horne se sintió ofendido.

Tito Romero era estudiante de tercer año de la Escuela Secundaria de Tucson en aquel entonces. Ahora, a los 34 años, es cofundador de Flowers & Bullets, una huerta comunitaria y grupo radical de defensa en Tucson, y recuerda la hostilidad contra los inmigrantes en la primavera de 2006. Meses antes, en diciembre de 2005, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos había aprobado el “Proyecto de Ley Sensenbrenner”, respaldado por los republicanos, que habría convertido en un delito grave el hecho de estar indocumentado en EE. UU. (Al final, no fue aprobado por el Senado). En ese proyecto, los representantes habían aprobado la construcción de una infraestructura con seguridad reforzada a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, sin ofrecer vías de acceso a la ciudadanía para las personas sin un estatus migratorio.

Estudiantes entran a la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. Foto de Rebecca Noble para palabra

Para marzo de 2006, las manifestaciones a nivel nacional se estaban intensificando en ciudades con grandes poblaciones de inmigrantes. Cuando Huerta le habló a su clase del MAS en la Escuela Secundaria de Tucson, vio que “era algo que todos sentimos, experimentamos, estábamos viviendo”, dice Romero. De hecho, el primero de mayo de ese año, millones de personas protestaron contra las restricciones impuestas a los  inmigrantes indocumentados a nivel nacional, en lo que se denominó “Un día sin inmigrantes”.

Después de la charla de Huerta, Horne envió rápidamente a su ayudante principal, Margaret Garcia Dugan, a la Escuela Secundaria de Tucson para que les dijera a los estudiantes que ella era, como lo explicó Horne, “una latina orgullosa y una republicana orgullosa, y que no se odiaba a sí misma”.

La participación de Garcia Dugan en una asamblea obligatoria molestó a los estudiantes, especialmente porque se les prohibió hacerle preguntas. “Sentimos que Horne solo estaba tratando de utilizar a una persona, intentando buscar un chivo expiatorio, intentando hacernos dudar de lo que estábamos sintiendo”, dice Romero. "Fue un acuerdo generalizado entre los estudiantes el entender lo que estaba sucediendo. Usaríamos nuestra libertad de expresión para protestar contra esto".

Un grupo de estudiantes del MAS, entre ellos Romero, dieron la espalda a Garcia Dugan en protesta silenciosa. El personal escolar escoltó a los estudiantes, con los puños en alto, fuera del auditorio.

Horne dice en una entrevista con palabra que lo halló “muy grosero”. Se enteró de que algunos de los estudiantes que dirigían la protesta estaban en un programa de estudios étnicos llamado Estudios Mexicano-Americanos, o Estudios de la Raza, en alusión al partido político La Raza Unida que surgió del Movimiento Chicano de la década de 1960.

Y de esa manera comenzó la cruzada de Horne. En junio del 2007 escribió una “Carta abierta a los ciudadanos de Tucson”, en la que arremetía contra los estudiantes que protestaron contra el discurso de Garcia Dugan, diciéndoles que “no aprendieron esa grosería en casa, sino de sus profesores de Raza”.

Imelda sujeta una copia de “Borderlands-La Frontera”, de Gloria Anzaldúa, una de sus autoras favoritas. El libro fue prohibido en virtud de la ley contra los estudios étnicos (HB 2281). Foto de Valeria Fernández

Para Horne, utilizar la palabra “raza” significaba que el MAS (también conocido como Estudios de la Raza)  encarnaba la segregación racial. (O, como afirmaría luego durante su campaña de reelección en 2022: “Igual que en el Viejo Sur”). Pero, para los latinos, "la raza" también puede significar "el pueblo" o "la comunidad”. Este significado proviene en parte del título del libro del filósofo mexicano José Vasconcelos, “La raza cósmica”, de 1925, en el que se describe a América Latina como una mezcla inherente de razas y culturas que, según predijo, se difuminaría, conduciendo a  una eventual desaparición de la raza.

La misión de Horne no era solamente eliminar el MAS de las escuelas públicas de Tucson, sino asegurarse de que programas similares no pudieran ser creados en otras partes de Arizona. Después de hacer lobby a favor de una serie de proyectos de ley que fracasaron, el proyecto de ley HB 2281, que sus compinches introdujeron para derribar el programa MAS, se promulgó en mayo del 2010. (Horne afirma que escribió casi toda la ley HB 2281 él mismo, pese a que no era legislador). La ley prohibía a los cursos de las escuelas públicas “diseñados principalmente para alumnos de un grupo étnico particular” que “abogar(an) por la solidaridad étnica”, promov(ieran) resentimiento hacia una raza o clase de persona”, o “promov(ieran) el derrocamiento del gobierno de Estados Unidos”.

En el último día laboral de su primer mandato, el 30 de diciembre de 2010, Horne inició trámites en los que reprendía al Distrito Escolar Unificado de Tucson por violar la ley. Le siguió un año de investigaciones externas (incluida una ordenada por el sucesor de Horne) y de activismo estudiantil.

Al principio, el distrito de Tucson defendió el MAS. Pero, cuando el sucesor de Horne, John Huppenthal, comenzó a ejecutar la ley, reteniendo el 10% del pago mensual del estado al distrito hasta que el MAS se cancelara, la junta cambió su posición. En respuesta a esto, los estudiantes del MAS organizaron una toma del consejo escolar. Lo cual desencadenó un movimiento nacional de simpatizantes, que incluía a profesores y escritores. Dentro de este movimiento de apoyo se encontraba también el proyecto Librotraficante, dirigido por el autoproclamado “contrabandista de libros”, Tony Díaz, autor y profesor de Inglés en Houston, que organizó una caravana desde Texas de automóviles llenos de libros a Tucson.

Estudiantes en una clase de literatura del MAS impartida por Norma González en la Escuela Secundaria Rincon en 2011. Foto de Valeria Fernández

En enero de 2012, el distrito canceló el MAS de manera oficial y ordenó que todos los libros del programa fueran retirados de los salones de clase.

Esa mañana, en la Escuela Secundaria Pueblo, la profesora de Imelda, Yolanda Sotelo, miró detenidamente la caja de cartón que ella debía llenar de libros. Inmediatamente.

Mientras Sotelo impartía la clase, una asistente retiró todos los ejemplares del libro que la clase estaba estudiando, “Message to Aztlán: Selected Writings” (“Mensaje a Aztlan: Escritos selectos”), del activista de derechos civiles y poeta Rodolfo “Corky” Gonzales. Los alumnos de Sotelo estaban aprendiendo el poema épico “I am Joaquín” (“Yo soy Joaquín”). El poema comienza: “Yo soy Joaquín / perdido en un mundo de confusión (en español en el original) / I am Joaquín, lost in a world of confusion / caught up in the whirl of a gringo society (“Yo soy Joaquín, perdido en un mundo de confusión / atrapado en el torbellino de una sociedad gringa”).

Sotelo recuerda que el jefe del departamento de Inglés, en un gesto pequeño pero desafiante, escribió “Banned Books" (“Libros prohibidos”) en la caja. Un todoterreno o SUV oscuro esperaba fuera de la escuela y, según Sotelo, un administrador llevó los libros a la sede del distrito, donde fueron escondidos.

“Me da coraje”, dice Sotelo hoy. “Eliminaron un currículo importante que los niños estaban disfrutando, con el que veíamos a los niños leer, especialmente a aquellos niños a los que no les gustaba leer Shakespeare o ‘El gran Gatsby’ o cualquiera de esas obras de hombres blancos muertos”.

Libros en el salón de clases de Buttner. Foto de Rebecca Noble para palabra

Luego de que el programa MAS fuera cancelado, se desató una prolongada batalla legal en los tribunales federales. Estudiantes y profesores demandaron al estado de Arizona y, finalmente, en 2013, el juez A. Wallace Tashima (superviviente de un campo de internamiento de personas de origen japonés durante la segunda guerra mundial  en el suroeste de Arizona) se puso del lado de Horne, defendiendo la constitucionalidad de la ley y acusando a los demandantes de ser demasiado imprecisos en sus argumentos.

Aun así el fallo de Tashima también criticaba a Horne: "Este enfoque obsesivo en ponerle fin al programa MAS es, como mínimo, indicativo de una intención discriminatoria", escribió.

A esas alturas, Horne era el procurador general del estado, puesto para el que había sido elegido en 2010 (luego de hacer campaña con sus acciones por “detener La Raza”). Fue derrotado en la reelección de 2014 y abandonó la vida política durante varios años para ejercer como abogado privado. Un mes antes de que Horne perdiera las elecciones de 2014, el Secretario de Estado de Arizona, Ken Bennett, publicó un memorando en el que presentaba motivos razonables para creer que Horne había violado las leyes estatales de financiamiento de campañas, cuando buscó ser reelecto al puesto de procurador general.

Mientras tanto, la batalla legal con respecto al programa MAS continuaba. En 2017, Tashima dictó una orden judicial permanente prohibiendo la ley de Horne, citando “animosidad racial”, un término legal para la malevolencia o mala voluntad hacia otros debido a su raza.

"La aprobación y la aplicación de la ley en contra del programa MAS estuvieron motivadas por actitudes antimexicanoamericanas”, escribió Tashima en su fallo, refiriéndose a los roles que tuvieron tanto Horne como su sucesor, Huppenthal, en la prohibición del programa. La evidencia presentada durante el juicio incluyó una serie de comentarios con seudónimo hechos por Huppenthal en blogs políticos, entre ellos afirmaciones tales como “MAS = KKK en otro color” y “El rechazo de valores estadounidenses y la adopción de valores de México en las aulas de La Raza es el rechazo del éxito y la adopción del fracaso”. En otros comentarios en blogs, Huppenthal denominó a los educadores de Estudios Mexicano-Americanos "maestros infectados" y “skinheads del MAS”.

Tashima también escribió  que “las decisiones con respecto al programa MAS estuvieron motivadas por el deseo de promover una agenda política capitalizando los temores basados en la raza”. Tashima escribió que eso lo reveló “el uso de palabras codificadas despectivas” referidas a los mexicanoamericanos y que se alineaban con ideologías racistas de algunos votantes de Arizona.

Buttner (izquierda) habla con otro maestro, Armando Bernal, en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. Foto de Rebecca Noble para palabra

“Mi filosofía es que todos somos individuos, hermanos y hermanas debajo de la piel”, dijo Horne a palabra recientemente en un discurso ensayado en numerosas apariciones mediáticas. Esta filosofía es el centro de su autoproclamada “guerra de 15 años contra los estudios étnicos y la teoría crítica de la raza”, la cual ha continuado desde su reelección como superintendente estatal en 2022. Horne se opone apasionadamente a tratar la “raza como algo primordial”, lo cual considera que es el propósito del MAS. “Ese es un valor maligno”, dice. “Venenoso”.

Pero, para los estudiantes de Tucson, el MAS fue una especie de salvavidas. Un análisis de la política educativa descubrió que, en los cuatro años académicos completos anteriores a la prohibición del programa, los estudiantes del MAS tuvieron una asombrosa tasa de graduación del 90%. En comparación con los estudiantes de Arizona en general en esos cuatro años, los estudiantes del MAS tuvieron entre un 46% y un 150% más de probabilidades de graduarse. Esto es especialmente sorprendente dado que, en aquel entonces como ahora, las tasas de abandono escolar entre los latinos ocupan el segundo lugar, solamente después de las de los estudiantes nativos americanos.

Hasta este reportere — une periodista chicanx que asistió a la Escuela Secundaria de Tucson pero abandonó los estudios sin saber que existía el MAS — se pregunta qué rumbo hubiese tomado su educación si hubiera sabido del asediado programa.

La batalla nacional sobre la teoría crítica de la raza

Desde la batalla del MAS en Arizona, han surgido dos movimientos nacionales: uno para salvar los estudios étnicos y prácticas educativas similares, y otro para suprimirlos.

En su génesis, los estudios étnicos surgieron de “comunidades sistemáticamente marginadas (que) abogaban por servicios educativos (y) la autodeterminación”, dice el Dr. Nolan Cabrera, un analista de políticas educativas en la Universidad de Arizona que analizó las tasas de graduación del MAS. Después de las rebeliones estudiantiles de fines de la década de 1960 (incluyendo la que es considerada la huelga estudiantil universitaria más grande en la historia de los Estados Unidos), a partir de 1969 se crearon departamentos de estudios étnicos en las universidades del país, que utilizaban enfoques interdisciplinarios para enseñar sobre problemas sociales actuales e históricos desde las perspectivas de la raza y la etnia, del género y la sexualidad, y del poder y los privilegios.

Destani Grijalva es estudiante en la clase de Currículo Culturalmente Relevante, de Buttner, en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. Foto de Rebecca Noble para palabra

Los programas de estudios étnicos para estudiantes de kínder hasta décimo segundo grado (K-12) siguen siendo poco comunes: según investigaciones realizadas por Wayne Au, profesor de políticas educativas en la Universidad de Washington, Bothell, hasta 2020, nueve estados tenían o tienen leyes o políticas “que establecen estándares, crean comités o autorizan cursos para K-12 de estudios étnicos específicamente o, más en general, de historia multicultural”. En otros 12 estados, se propusieron políticas semejantes pero no fueron aprobadas.

Los otros 29 estados carecen tanto de normativa sobre estudios étnicos como de esfuerzos legislativos para crearlos, lo que los convierte en posibles campos de batalla en la lucha por la educación sobre cuestiones raciales. Uno de los principales combatientes contra ese tipo de instrucción es el gobernador de la Florida, Ron DeSantis, quien aspira a la Casa Blanca en 2024. En 2022, DeSantis firmó un proyecto de ley conocido como “STOP WOKE” en inglés, que prohíbe las discusiones y los análisis de temas raciales en las escuelas y empresas. (Actualmente, el proyecto de ley está bajo una orden judicial temporal de un juez federal y no está en vigor). Esta primavera, DeSantis también logró prohibir conversaciones sobre la raza en los salones de clase de las universidades y colegios públicos del estado.

En lugar de “estudios étnicos”, hoy en día, la expresión predilecta de los líderes conservadores como DeSantis es “teoría crítica de la raza” (CRT, por sus siglas en inglés). Mira un noticiero por televisión o lee un periódico, y seguramente presenciarás argumentos feroces sobre la CRT, pero la definición y los matices del término suelen perderse en el debate.


‘Esos temas hacen que las personas blancas se sientan incómodas, especialmente los conservadores blancos, porque los están obligando a reflexionar sobre sí mismos y sobre su propio privilegio y su propio poder’.


El término surgió en las décadas de 1970 y 1980 como un concepto académico que ponía de relieve el racismo y la desigualdad inherentes en la sociedad estadounidense, la cual incluía la legislación, la cultura y la educación.

Antes de 2020, las principales críticas a la CRT sorprendentemente llegaban desde medios e instituciones liberales que promocionaban la “indiferencia al color” como solución para la inequidad racial. En las décadas de 1980 y 1990, desde The New York Times hasta el decano de la Escuela de Derecho de Harvard abundaban las quejas sobre los  teoristas de los estudios críticos de la raza “en las facultades de casi todas las escuelas de Derecho”. Estas señalaban que “hay versiones raciales de la realidad que rivalizan, que quizás nunca puedan reconciliarse” y que “rechazan el objetivo de la integración”. Cartas al editor del The New York Times equiparaban la CRT con Adolf Hitler.

En la actualidad, las críticas a la CRT vienen casi exclusivamente del otro lado del espectro político y son igual de despiadadas, pero ahora son más mordaces para impedir que se enseñe la CRT.

Buttner en su salón de clases en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. Foto de Rebecca Noble para palabra

Tras el asesinado de George Floyd a manos de la policía en mayo del 2020, proliferaron las conversaciones y capacitaciones antiprejuicios en los lugares de trabajo de todo el país. En respuesta, el expresidente Trump emitió un decreto que prohíbe que las entidades financiadas por fondos federales aborden la desigualdad y el racismo, señalando a cualquier persona que “sea responsable por acciones cometidas en el pasado por otros miembros de su misma raza”, o que provoque que “cualquier individuo sienta incomodidad, culpa, angustia o cualquier otra forma de aflicción psicológica debido a su raza”. 

“Eso no es lo que estamos tratando de hacer”, dice Julio Cammarota, profesor de educación en la Universidad de Arizona, que se enfoca en investigaciones sobre acción participativa entre jóvenes latinos. “Estamos tratando de señalar las estructuras y los sistemas que apoyan la supremacía blanca y sostienen la supremacía blanca”.

Agrega: “Esos temas hacen que las personas blancas se sientan incómodas, especialmente los conservadores blancos, porque los están obligando a reflexionar sobre sí mismos y sobre su propio privilegio y su propio poder, o sobre cómo están perpetuando el racismo o la supremacía blanca… ¡No quieren hacer eso! No quieren renunciar o soltar ese poder y privilegio”.

Desde 2020, la teoría crítica de la raza, o la manera en la que los republicanos la caracterizan, ha obsesionado a la derecha. En un período de tres meses y medio entre la primavera y el verano de 2021, Fox News la mencionó 1,900 veces.

Como resultado, han habido oleadas de prohibiciones de libros y legislación en contra de la CRT desde 2021. Todos los estados menos ocho han debatido proyectos de ley o medidas para limitarla o para limitar las discusiones sobre la raza en los salones de clase de las escuelas públicas. Un total de 18 estados han aprobado exitosamente prohibiciones que regulan cómo los profesores pueden ofrecer instrucción sobre el racismo, el sexismo y otras formas de desigualdad, mediante legislaturas u otras vías.

Buttner (centro) le muestra a sus estudiantes cómo sembrar semillas en el jardín de la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. El ejercicio es parte de su clase de Currículo Culturalmente Relevante. Foto de Rebecca Noble para palabra

Uno de ellos es Carolina del Sur donde, a comienzos de este año, la maestra de secundaria Marr Wood, que enseña Inglés de nivel avanzada, fue sancionada por enseñar “Between the World and Me” (“Entre el mundo y yo”), las memorias del autor afroamericano Ta-Nehisi Coates que recibieron el Premio Nacional del Libro. Como en la clase de Sotelo en la escuela secundaria de Tucson en 2012, bajo órdenes de la junta escolar, todas las copias del libro de Coates fueron retiradas en plena clase, mientras algunos estudiantes releían frenéticamente algunas de sus secciones favoritas. 

La controversia comenzó cuando dos estudiantes reportaron a Wood al comité escolar por el contenido de su enseñanza. “De hecho, sentí vergüenza por ser de raza caucásica,” un estudiante escribió en su querella.

“No les gusta el hecho de que estemos nombrando el problema”, dice Cammarota refiriéndose a personas como los estudiantes de Carolina del Sur que se quejaron. “Quieren detener todo este proceso... Simplemente con esperanzas de que lo ignoremos por completo”.


‘Soy la persona veterana en el país luchando contra la teoría crítica de la raza’.


Según The Washington Post, desde que comenzó la pandemia de COVID-19, al menos 160 educadores han perdido sus empleos por razones políticas, incluso por apoyar la CRT.

Analizando datos que abarcan 153 distritos escolares en 2021, el Post recientemente descubrió que la mayoría de las solicitudes de prohibición de libros, principalmente relacionados con contenido LGBTQ+ o con la raza, provenían de apenas 11 individuos que trabajaban para censurar libros en masa.

Para Aja Martínez, experta en teoría crítica de la raza en la Universidad del Norte de Texas, la más reciente reacción contra la disciplina de estudios es apenas uno de los “puntos álgidos” de la historia estadounidense, comenzando con la desegregación de las escuelas públicas después del caso Brown v. Board of Education. 

Sin embargo, las controversias actuales son únicas en su alcance y poder, dice Martínez, con “fuerzas que se combinan y que ni siquiera vimos suceder con el MAS en Tucson”. Las cosas se ponen a prueba a nivel estatal, antes de que pasen a nivel nacional, explica la académica. “Estamos a nivel nacional ahora”.

Un ejercicio de la clase del Curriculo Culturalmente Relevante de Buttner en una pizarra inteligente de la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. Foto de Rebecca Noble para palabra

De vuelta en Arizona, uno de los primeros actos de Tom Horne tras volver al cargo en el 2023 como superintendente de escuelas fue defender el proyecto de ley SB 1305 que, de aprobarse, hubiese impedido que se enseñara teoría crítica de la raza en las escuelas públicas de Arizona. La senadora estatal demócrata Sally Ann Gonzales dijo en el Senado que el proyecto de ley hubiera “silenciado cualquier discusión abierta, honesta y fáctica sobre la historia estadounidense”. 

El proyecto de ley fracasó antes de ser ratificado. Sin embargo, Horne no se deja intimidar. Sueña con llevar su lucha a nivel nacional, afirmando que hay una laguna en la batalla legal del MAS: una fecha de caducidad poco conocida en la orden judicial permanente que impide litigar contra el programa. Después de dicha fecha, Horne quiere llevar su caso a la Corte Suprema de EE. UU. que, señala, “es aun más conservadora ahora”.

"Soy la persona veterana en el país en la lucha contra la teoría crítica de la raza", le dijo Horne recientemente a palabra, con pragmática confianza en sí mismo.

Cammarota, quien ayudó a desarrollar el programa MAS en Tucson y ha seguido de cerca a Horne durante décadas, dice: “Así hablaba a principios de los años 2000”.

“La derecha está tratando de ocultar ideológicamente el racismo en este país como si no existiera. Tenemos que luchar con evidencia empírica”, continúa Cammarota, “y tenemos que expresarlo en diferentes segmentos de nuestra sociedad (ya sea en la educación, la asistencia médica, el lugar de trabajo, el gobierno, en fin, en todos lados) necesitamos tener evidencia para mostrar que hay disparidad en todas partes. La realidad es que las personas son tratadas de manera diferente según su raza o identidad étnica”.

Ensañandose con la educación sobre la raza

Por ahora, Horne ha sabido ingeniárselas para elaborar políticas más rápido que mediante la legislación y los juicios.

En marzo, inauguró la Empowerment Hotline (“línea directa de empoderamiento”) para denuncias contra profesores o escuelas percibidos como subversivos: “lecciones inapropiadas que desmerecen los estándares académicos, como aquellas que se centran en la raza o etnia en lugar de (hacerlo) en individuos y méritos; la promoción de la ideología de género; el aprendizaje socioemocional o contenido sexual inapropiado". (No existe ninguna ley en Arizona en contra de la enseñanza sobre ninguno de estos temas). La línea directa de Horne surgió después de que el gobernador de Virginia, Glenn Youngkin, lanzara una línea de denuncia por correo electrónico contra la CRT en enero de 2022 en su estado, la cual fue desactivada meses después debido a la escasez de reclamos.

Tom Horne con algunos de sus trofeos, premios y otros recuerdos en su oficina en Phoenix. Foto de Gabb Schivone

Según el Departamento de Educación de Arizona, la Empower Hotline ha apuntado al menos a dos distritos: el Distrito Escolar de Catalina Foothills, por permitir que los estudiantes elijan sus pronombres de género y los mantengan en secreto de sus padres; y el distrito  Escuelas Públicas de Mesa, reportadas por usar la frase “supremacía blanca” en una presentación sobre el trauma racial.

“Podríamos estar enfocándonos en los resultados educativos y apoyando la legislación que tendrá un impacto positivo en los estudiantes de Arizona pero, en lugar de ello, tenemos a Tom Horne apareciendo para rompernos y dividirnos aún más”, dice la representante estatal Consuelo Hernández, del Distrito 21, una franja del sureste de Arizona en la frontera entre Estados Unidos y México.

Cammarota califica la creación de Horne como una “línea directa de soplones” que “genera mucho estrés y ansiedad entre los profesores que quieren adoptar una perspectiva de justicia social, pero ahora tienen padres que se comunicarán con el estado”.

“Realmente alimenta la narrativa más amplia de que nos da miedo la discusión”, dice Christina Bustos, madre de Mesa y exmaestra del distrito que está cursando un doctorado en políticas educativas en la Universidad Estatal de Arizona. "Ya no tenemos un conflicto porque estamos muy polarizados".

Hoy, la oficina de Imelda G. Cortez, en el departamento de Estudios Mexicano-Americanos de la Universidad de Arizona en Tucson, es del mismo tamaño que la oficina de su antigua consejera de la escuela secundaria. Durante esta entrevista, Imelda se detiene alterándose al recordar cuando se enteró de que Horne estaba haciendo campaña para ser superintendente nuevamente. La prohibición de los Estudios Mexicano-Americanos por parte de Horne causó un trauma residual que Imelda ha bloqueado. “Trato de no pensar en ello”, dice. "Definitivamente, él es un detonante enorme”.

Después del MAS, Imelda G. Cortez asistió a la universidad y a la escuela de posgrado, convirtiéndose en profesora en su antigua escuela secundaria. Trabajaba allí cuando se enteró de que Horne se iba a postular a la reelección. Amigos y colegas querían conversar al respecto. La gente estaba disgustada, asustada. Cuando le pidieron su opinión, Imelda ni siquiera pudo acceder a las emociones necesarias para hablar del tema.

Imelda G. Cortez estuvo inscrita en el programa de Estudios Mexicano-Americanos en la Escuela Secundaria Pueblo, como estudiante de tercer año en 2007. Foto de Rebecca Noble para palabra

El MAS dejó huella en Imelda. Mientras sus clases de honor ponían énfasis en el pensamiento crítico basado en abstracciones, el MAS se centraba en perspectivas desde la vivencia personal. Quedó prendada. “La literatura con la que estábamos comprometidos era muy diferente”, dice. “Eran como historias que podía haberme contado mi mamá. Podía analizar las cosas basándome en mis experiencias”.

Horne no considera que esa sea una estrategia educativa válida. "Nuestras propias experiencias son muy limitadas y la idea general de la educación es que amplíe nuestros horizontes", dice.

Horne distingue entre los estudios mexicano-americanos y lo que él llama una forma de educación más “civilizada”. “Es muy importante que avancemos en la civilización. En las civilizaciones primitivas, la tribu lo es todo y cualquier otra tribu es el enemigo”, continúa Horne. “Siento que los estudios étnicos y la teoría crítica de la raza son un retroceso a un desarrollo primitivo de la civilización, y que necesitamos avanzar y tratarnos unos a otros como individuos y (no) prestar atención a la raza o la etnia”.

Horne, hijo de refugiados judíos polacos, usa su propia historia como argumento: “Si pudiéramos traer de vuelta a la vida a mis padres y preguntarles: ‘¿Creen que deberían haber tenido estudios polacos?’ Pensarían que estoy loco”.

Nutriendo mentes jóvenes 

Una tarde de primavera, Brieanne Buttner, maestre chicanx en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet, prepara carne asada para compartir en clase. En una placa térmica caliente en el centro del aula, Buttner habla con los estudiantes sobre exámenes mientras chisporrotean trozos de carne de res. Desde la época del MAS, la comida ha desempeñado un papel importante aquí en las aulas, reflejando la cultura mexicoamericana y alimentando a estudiantes de bajos ingresos que provienen de familias que viven inseguridad alimentaria. 

En la actualidad, Buttner, o "Mx B." como los estudiantes le llaman (utilizando el término no binario que se pronuncia "Mix"), enseña "Historia de los Estados Unidos desde una perspectiva mexicanoamericana" como parte del Currículo Culturalmente Relevante (CRC, por sus siglas en inglés) del distrito escolar de Tucson.

Buttner calienta tortillas antes de una comida para su clase de Currículo Culturalmente Relevante en la que todo el mundo aporta un platillo. Foto de Rebecca Noble para palabra

Desde fines de la década de 1970, luego de una demanda unificada de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés) y el Fondo Mexicano-Americano de Defensa Legal y Educación que acusaba al distrito de practicar segregación racial y discriminación de los estudiantes afroamericanos y de color, el Distrito Escolar Unificado de Tucson ha estado bajo una orden federal de desegregación. En respuesta a la orden de desegregación, el distrito creó el Departamento de Pedagogía e Instrucción Culturalmente Sensible (CRPI, por sus siglas en inglés), y cursos de CRC que enseñan literatura y estudios sociales desde puntos de vista mexicanoamericanos, indígenas y afroamericanos. Después de la larga batalla por el MAS, el distrito enfatiza estratégicamente que las clases CRC son “académicamente rigurosas”, “basadas en investigación” y “diversas”. 

Sam Brown fue abogado del distrito escolar de Tucson desde 2010 hasta 2016, cuando  la controversia sobre el MAS estaba en su apogeo. También es oriundo de Tucson.

“Cuando asistíamos a la Escuela Secundaria Tucson como jóvenes de raza negra en los años 90, nos enojaba tener que leer a Shakespeare en lugar de a Maya Angelou”, dice Brown. Sentía que sus clases “no reflejaban la historia que nuestros padres y abuelos nos contaban sobre Estados Unidos. Sentíamos que la historia y la literatura que se enseñaban las enseñaban personas blancas para niños blancos, y que simplemente daba la casualidad que nosotros estábamos en el salón”.

De hecho, fue el propio distrito escolar de Tucson, no los demandantes en el caso de desegregación, el que argumentó a favor de la inclusión de las clases del CRC en el plan de estudios del distrito. Brown considera que el CRC es una mejora en comparación con la educación que él recibió, pero no tan radical como el MAS. “Me hubiera gustado que mis hijos adolescentes afroamericanos hubieran podido recibir (ese tipo de contenido) de un profesor afroamericano con una perspectiva afroamericana”, dice.

Hoy en día, el número de estudiantes inscritos en el CRC no es mucho mayor que el de los que estaban en el MAS cuando el programa existía. Aunque el propio distrito afirma que las clases del CRC han resultado en “mejoras en las tasas de graduación, menos ausentismo y (mayor) matriculación en la universidad”, sin embargo, hasta la fecha, cuatro meses después de que fueron solicitados los datos, aún no ha entregado las tasas de graduación del CRC para que palabra las pueda analizar en comparación con las tasas de graduación del MAS.

Guiando a sus estudiantes de décimo primer grado por los cavernosos pasillos de mármol de la escuela secundaria más antigua de Arizona, Buttner rememora su década en estudios étnicos como estudiante y como educadore. “Era mi vocación”, dice el maestre veterane de cuatro años. El grupo sigue por el amplio patio rumbo a un jardín gestionado por los estudiantes, a donde Buttner suele llevar a los estudiantes para que hagan trabajo voluntario y se reúnan a la sombra.

Destani Grijalva en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet. Foto de Rebecca Noble para palabra

Destani Grijalva, de 17 años, llegó a la clase del CRC de Buttner luego de que José González, exinstructor del MAS que ahora enseña el CRC en la Escuela Secundaria de Tucson Magnet, hiciera una presentación sobre el CRC para potenciales estudiantes. Luego de aprender “historia estereotipada” durante sus primeros dos años de secundaria, en su tercer año, Destani fue asignada al curso de Buttner, donde rápidamente se convirtió en una líder. Cuando palabra la conoció, acababa de ser reconocida como Estudiante del Año del CRC, un logro que Destani consideró especialmente gratificante debido a que tiene un trastorno del aprendizaje.

Destani tiene planes de convertirse en profesora de secundaria y le encantaría enseñar en el CRC. “Es mi sueño, sinceramente", dice mientras está sentada en una mesa de picnic con sombra, rodeada por árboles cítricos, higueras y granados que crecen en el jardín. “(El CRC me ha) abierto realmente a quién soy en realidad, y de dónde viene mi familia, y cuánto hemos pasado verdaderamente”.

Después de años de estar bajo la lupa debido a sus presuntos vínculos con el MAS, solo el tiempo dirá si las clases del CRC del Distrito Escolar Unificado de Tucson sobrevivirán hasta que Destani se convierta en profesora. En la actualidad, el superintendente de escuelas Tom Horne sigue demostrando su esfuerzo por eliminar los programas con los que no está de acuerdo. En septiembre de 2023, dos meses antes de que se publicara este reportaje, Horne demandó tanto al gobernador como al procurador general de Arizona en un intento por ponerle fin al programa de doble lengua, que tiene más de 20 años, en el que los estudiantes cuyo primer idioma no es el inglés reciben la mitad de su instrucción en sus lenguas maternas y la mitad en inglés. Desde el punto de vista de Horne, la educación exclusivamente en inglés es superior. Mientras tanto, los educadores se preocupan por lo próximo en lo que Horne podría poner la mira.

Mientras algunos en Arizona, que han presenciado el desarrollo de la batalla del MAS, ven el programa como un precursor de la batalla nacional sobre la teoría crítica de la raza, ahora la pregunta es hasta qué punto este conflicto nacional repercutirá en Arizona. Una cosa es segura: los estudiantes y profesores de Arizona, como Destani y Buttner, no renunciarán a los programas que consiguieron con tanto esfuerzo sin luchar.

Gabb Schivone es une escritore y reportere de investigación originarie de las zonas fronterizas del suroeste de los Estados Unidos.

Rebecca Noble es una fotoperiodista independiente radicada en Tucson, Arizona, que colabora con frecuencia con The New York Times, Reuters, Bloomberg y otros medios.

Lygia Navarro es una galardonada periodista discapacitada que trabaja en narrativa de audio e impresa. Ha reportado desde diferentes lugares de América Latina, así como sobre historias latinas en Estados Unidos y Europa. Lygia ha trabajado para The American Prospect, Business Insider, Marketplace, The World, Latino USA, Virginia Quarterly Review, Christian Science Monitor, The Associated Press y Afar, entre otros medios. También ha trabajado como productora de podcasts, y su trabajo ha sido respaldado por numerosas becas, incluido el Journalism and Women Symposium, el más reciente.

Nathalie Alonso es una periodista cubanoamericana radicada en Queens, Nueva York, donde nació y se crió. Sus escritos han sido publicados en varios medios, incluyendo National Geographic, Outside, Refinery29, AFAR y TIME for Kids. También es autora de varios libros para niños, que incluyen “Hispanic Star: Sonia Sotomayor” y “Hispanic Star: Ellen Ochoa” (Roaring Book Press, 2023); “Old Clothes for Dinner?!” (Barefoot Books, 2024); y “Call Me Roberto!” (Calkins Creek, 2024). Forma parte de la cuerpo docente de la Fundación Highlights. Desde 2006, Alonso ha trabajado como productora editorial, traductora y reportera para LasMayores.com, la página oficial de las Grandes Ligas de Béisbol. Recibió una licenciatura en estudios estadounidenses de la Universidad de Columbia. Conoce más sobre su trabajo en NathalieAlonso.com.

 
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